Desde los tiempos antiguos, yo soy.
No hay quien pueda librar de mi mano.
Lo que yo hago, nadie puede desbaratarlo.
(Isaías 43:13)
Nada ni nadie puede impedir el obrar de Dios: si él quiere, él hace. Desde el principio, Dios es. Su voluntad es soberana y justa.
Tenemos sueños y deseos, pero debemos recordar que la voluntad de Dios debe ser prioritaria. Si le damos la primacía, tenemos un Dios poderoso obrando a nuestro favor.
Confía en Dios. ¡Él es y siempre será!
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